18.11 INAUGURACIÓN — Cristina Garrido 5 exposiciones
  • Flowers don’t pick themselves
  • Sarah Margnetti
  • 16 noviembre – 22 mayo 2018

    Barcelona

    Exposición comisariada por Elise Lammer.

     

    En su primera exposición individual en España, Sarah Margnetti presenta una serie de pinturas nuevas, así como dos pinturas murales pensades específicamente para el espacio, que conjugan una narrativa abierta que explora la fragmentación del cuerpo femenino y el potencial sensorial y cultural de ciertos materiales.

     

    Apoyada en sus palmas y vista desde arriba, la mano amarilla de Introspection (2018) luce unas impresionantes uñas largas y rizadas. Cuando vi por primera vez esta pintura, inmediatamente pensé en Florence Griffith Joyner, la campeona mundial afroamericana de atletismo, a la que vi en televisión en la década de 1980 batiendo todos los récords de velocidad, mientras vestía los trajes más modernos. Considerada como una de las corredoras más rápidas de todos los tiempos, también fue famosa por sus uñas increíblemente largas y coloridas. Símbolo de la feminidad negra, desafió las normas raciales y de género convencionales, en un campo dominado por el patriarcado y el racismo. En todos los sentidos, ella encarnó un modelo de libertad femenina para mi Yo de cinco años. Introspection (2018) también es un retrato de la propia mano izquierda de Margnetti y sugiere el poder de la introspección. Esta relacionado con Autocoscienza (2018), la otra única pintura de la exposición. Desde una perspectiva similar, este otro trabajo, retrata las manos de 15 compañeras artistas, pensadoras y curadoras, todas mujeres, con quienes Margnetti comparte conciencia sobre la lucha feminista y las desigualdades en general. Las uñas largas se entrelazan como el hilo de un tapiz, simbolizando el poder del pensamiento comunitario y la posibilidad de aumentar la conciencia y la seguridad a través del apoyo mutuo.

     

    Las cortinas son un motivo recurrente en el trabajo de Sarah Margnetti y protagonistas importantes de la exposición. Haciendo referencia al teatro, donde las cortinas generalmente se colocan entre el escenario y el público, las cortinas de Margnetti indican de forma similar una separación entre los espectadores y los cuerpos de gran escala del fondo. En su trabajo, la artista a menudo representa el cuerpo humano en partes desconectadas, ya sea a diferente escala, escondido detrás de cortinas u otros elementos arquitectónicos, o simplemente en recortes monocromáticos, habitualment amarillos.

     

    Las cortinas en Cortinas Parrahsius (2018) cuelgan de una varilla tubular de madera, sostenida de cada extremidad por las manos de una gran figura humana. Ella lo sostiene horizontalmente al nivel de los hombros, en un movimiento similar al del levantamiento de pesas. Su postura, determinada, con sus puños apretados, encarna sensación de resistencia, pero también empoderamiento. Funcionando como herramienta protectora y sugerente, las cortinas sugieren que la feminidad y el feminismo no se excluyen mutuamente. En arte y literatura, el poder simbólico de las cortinas es tal, que llevan usándose de forma recurrente desde el siglo IV antes de Cristo. En un cuento sobre ilusión y percepción, dos pintores griegos antiguos, Parrahsius y Zeuxis, compitieron para determinar cuál de los dos podría pintar lo mas real posible. El primero ganó la batalla cuando el segundo intentó abrir la cortina pintada por su competidor, demostrando que su percepción había sido engañada por el hiperrealismo de la otra pintura. Las cortinas, incluso cuando se levantan o se juntan a cada lado de un escenario o de un cuadro, nunca desaparecen por completo. Su mera existencia nos garantiza ilusión y transición. A diferencia de las de Parrahsius, las cortinas pintadas de Margnetti no pretenden engañar completamente al ojo humano, sino que las utiliza por su poder metafórico.

     

    No sin humor, un pecho femenino se esconde entre los pliegues de las cortinas Rideaux Bonne-Femme (2018) y aparece como una referencia a Prière de Toucher (1947), una pintura que Marcel Duchamp hizo para la portada de Le Surréalisme en 1947, el catálogo que acompañó la primera exposición surrealista en Europa, y que tuvo lugar en París. Representa un solo pecho femenino rematado con un pezón rosa oscuro que emerge de una mancha de pintura negra, y cuyo título (Por favor, Toque) revela la notable misoginia de un movimiento artístico con tendencia a presentar a las mujeres como meros objetos de lujuria y deseo. Al contrario, el esquemático pecho desnudo de Margnetti es monumental, tiene una vista estratégica de toda la exposición y se presenta como un acto de desafío feminista. Las cortinas del mural de Margnetti se interponen entre los espectadores, y un cuerpo, cuya presencia e identidad solo se adivinan por medio de una mano que invita tímidamente. Otra de las manos de Margnetti, esta vez apuntando con un dedo, tal vez intentando distraer la mirada del espectador, o de insinuar una forma alternativa de ver la composición.

     

    Graduada de ECAL en Lausana y HEAD en Ginebra, Sarah Margnetti (1983 en Monthey, vive y trabaja en Bruselas y Lausana) también estudió en el Instituto Van der Kelen-Logelain en Bruselas, una de las primeras escuelas dedicadas al estudio de la pintura decorativa. Fundada en 1882, es también uno de los pocos lugares donde la educación artística no se trata de la libre expresión, sino de aprender una disciplina antigua y estricta. Al dominar la técnica del trompe l’oeil, Margnetti ha desarrollado un estilo de pintura virtuoso que combina ilusiones ópticas y motivos abstractos.

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