Bombon presenta un proyecto con dos artistas que, a pesar de trabajar en condiciones casi opuestas, comparten intereses similares. En sus obras, los materiales de desecho, el azar y sobre todo, la necesidad de abrazar el entorno que les rodea, se convierten en un denominador común.

Los objetos de Josep Maynou (alfombras, calcetines personalizados, sillas, mesas, lámparas con casquillos…) son residuos que emergen de sus viajes. Como un perro rastreador, Maynou barre el territorio que encuentra. Un viaje que comenzó en Marruecos hace unos años y que le ha llevado a vivir y trabajar en muchos países diferentes. Su estilo de vida nómada no le permite tener un estudio, por lo que su obra se compone de lo que le rodea en ese momento. El resultado son ensamblajes de objetos encontrados, performances en formato de monólogos -en los que cuenta anécdotas de sus viajes, como un trovador-, videos caseros o alfombras elaboradas con técnicas ancestrales que el artista lleva al ámbito contemporáneo con mensajes y dibujos que se cruza.

A diferencia de Maynou, Jordi Mitjà tiene un estudio y vive rodeado de naturaleza. Su obra surge del estudio de materiales particulares de la zona donde vive y en la que creció. A través de su obra escultórica, Mitjà rinde homenaje a su fascinación por las reliquias locales, imperceptibles desde una perspectiva global. Mitjà recoge residuos y objetos desechados; rastrea etnográficamente el territorio como si tratara de describir el paisaje que lo rodea.

Jordi ahonda en lo popular: la historia, la materia, el mito y las tradiciones de una geografía inmediata. Josep, en cambio, ha crecido alimentado por el Pop: un consumo y producción simultáneos de cultura desencarnada, de un lenguaje planetario común, con la velocidad del meme y la performatividad de la identidad en las redes sociales.